“Según cuenta la leyenda, es factible que existiera un 4º Rey Mago que
jamás llegó a conocer a Jesús. Su historia se halla en unos cuantos textos
antiguos que dan cuenta del largo sendero que recorrió. En concordancia a esta
supuesta historia, se narra que existía un lugar en la antigüedad, el zigurat de Borsippa, con sus altos muros y
7 pisos, que era el punto de encuentro de los 4 reyes e inicio de la travesía conjunta.
Hacia allí acudía Artabán, con un diamante protector de la isla de Méroe, un
pedazo de jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple
ofrenda al Niño Dios, cuando topó en su sendero un viejo moribundo y
desahuciado por bandidos: interrumpió el rey su viaje, curó sus heridas y le
ofreció el diamante al viejo como capitalidad para proseguir el camino. Llegado
a Borsippa, sus compañeros de viaje habían partido. Artabán emprendió entonces
un viaje en el que, por dondequiera que pasaba, la gente requería su auxilio, y
él, atendiendo constantemente a su noble corazón, apoyaba sin detenerse a
deducir que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se
reducía sin remedio. En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué podía realizar si
la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle apoya a quien la
necesitaba? Así pasaron los años y en su larga tarea por hallar a Jesús apoyaba
a toda la gente que se lo solicitaba. Treinta y 3 años posteriormente el viejo
y cansado Artabán llegó por final a donde los comentarios le habían llevado en
su larga búsqueda por Jesús. La gente se reunía en torno al monte Gólgota para
visualizar la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías mandado por
Dios para salvar las almas de los hombres. Artabán no tenía vacilación en su
corazón, aquel hombre era quién había estado buscando a lo largo de todos
aquellos años. Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a
cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte, sin embargo,
justo frente a él apareció una mujer que era llevada a la potencia para ser
vendida como esclava para desembolsar las deudas de su padre. Artabán la liberó
a cambio de la última piedra que le quedaba de su vasto tesoro. Triste y
desconsolado, nuestro 4º rey mago se sentó junto al pórtico de una casa vieja.
En aquel momento, la tierra tembló de forma brusca y una muy grande piedra
golpeo la cabeza de Artabán. El estremecimiento aquel publicaba la muerte de
Jesús en la Cruz. Moribundo y con sus últimas fuerzas, el 4º rey imploró perdón
por no haber podido consumar con su misión de adorar al Mesías. En ese momento,
la voz de Jesús se escuchó con fuerza: Tuve hambre y me diste de comer, tuve
sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me
curaste, me originaron prisionero y me liberaste. Artabán, agotado, preguntó:
¿Cuándo hice yo aquellas cosas? Y justo en el instante en que moría, la voz de
Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has realizado por mí, pero
hoy estarás conmigo en el reino de los cielos.”…Oohps!!!
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