miércoles, 5 de febrero de 2014

“Las manos de abuelita aplaudían en la iglesia todos los domingos en la mañana, sus manos hacían sonar una pandereta en su afán por alabar a DIOS…Sus manos señalaban los peligros que mi juventud ignoraba, sus manos condimentaban la más humilde de las comidas convirtiéndola en un manjar digno del paladar de un REY…Las manos de mi adorada abuelita, aunque en ocasiones se le hinchaban y le dolían por la artritis nunca fueron objetos para quejarse ni para hacer daño…Las manos de abuelita siempre aliviaron el dolor de mi alma…A todos los que han gozado de abuelas maravillosas, únanse conmigo y por primera vez…seamos nosotros los que le echemos la bendición a ellas: Bendecidas sean abuelitas…gracias porque existen…gracias porque existieron y gracias porque existirán siempre en nuestros corazones”…Oohps!!!



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